martes, 26 de febrero de 2013

Capítulo 1º




Anette era una de las más viejas de su especie, los Bellums, con más de doscientos años sobre la faz de la tierra. Muchos años, demasiados. Muchas vivencias, muchas guerras y batallas contra sus enemigos, los vampiros. También muchas vidas salvadas.

Pero había alguien más. Alguien más viejo que ella. Christopher, su primer contacto con el mundo que le esperaba tras su transformación, su mentor, su amigo, su padre....
Sin embargo él ya no estaba, ya no existía para nadie. Lo había visto desvanecerse por completo delante de sus ojos durante la última guerra que habían librado ambas razas.
Se los habían encontrado por casualidad, aquella noche no buscaban vengar a los humanos, sino que preferían pasar la noche juntos, ya que pronto Christopher se mudaría de ciudad.



Eran demasiados. Justo tras clavarle la daga que solía llevar dentro de una de sus botas de piel a uno de los vampiros, se giró para vigilar a su compañero y fue cuando lo vió. Vió como, tras un fuerte corte, su cabeza era separada de su torso mientras la miraba directamente a los ojos y todo él se convertía en polvo, que era arrastrado por el viento que corría esa noche.
Se quedó helada, completamente paralizada. Pensó que aquel sería también su final, sin embargo como de la nada aparecieron más Bellums, los cuales pudieron hacer frente a los chupa sangre al fin.


Pensaba en todo esto, mientras se preparaba en su habitación para ir a trabajar. Como casi todas las especies sobrenaturales que convivían con los humanos, fingía tener una vida totalmente normal con su trabajo, sus amigos, su casa....lo más parecido a una vida mortal.

-¿Donde vas?- Preguntó su compañera, Coco, mientras la miraba de arriba abajo. - ¿No prefieres descansar?
-No estoy enferma, Coco. - Contestó sin mirarla, mientras se colocaba los cuellos de su chaqueta negra de cuero. -Necesito estar ocupada.
-Mírame.- le digo su amiga, mientras se acercaba y se colocaba a su altura. La cogió por la barbilla e hizo que sus ojos se cruzaran con los de Anette. - Chistopher era una persona muy importante para ti, todos lo sabemos, y por eso creo que deberías darte unos días más. Llama al bar y diles que sigues enferma.
-No. - contestó con rotundidad. - Soy un guerrero, no una simple mortal que se deja aplacar por la mierda que pasa en el mundo. - dijo, mientras se acercaba a la puerta para irse.


Coco se quedó pensativa de brazos cruzamos, mientras observaba por la ventana como Anette salía de la casa y se introducía en su coche para ir al bar donde trabajaba como camarera. Ella había sido a la tercera Bellum que había encontrado tras su transformación y para ella era como una hermana, por eso le preocupaba como pudiera asimilar la pérdida de Christopher. Al contrario que los vampiros, los Bellum aún conservaban gran parte de su esencia humana. 

Cuando llegó al bar, su jefe, Stanson, la saludo con una palpada en el trasero, aunque más bien fue un amago de palmada, ya que Anette le sujetó la muñeca segundos antes de que la tocara.

-Ni se te ocurra.- dijo, mientras se la retorcía con fuerza y lo miraba con los ojos entrecerrados.
-Vale, vale. Tranquila, mujer. - dijo levantando ambos brazos en señal de rendición cuando lo hubo soltado. - ¿Que te pasa?
-Eso no es de tu incumbencia, Stanson. - dijo, mientras colgaba su chaqueta de cuero. Cogió una de las bandejas que había sobre el mostrador y salió a recoger algunas mesas.


¿La razón de porqué trabajaba en un bar nocturno? Muy sencilla. Por todos era conocido que a los vampiros les encantaba trasnochar por los bares buscando a su próxima victima. Eran lugares donde la gente estaba más dispuesta a hablar con desconocidos, un ambiente más distendido, y como camarera podía llegar a conocer fácilmente a sus clientes....y a sus victimas.
Conocía sus puntos fuertes de mujer, y los sabía usar bien contra sus enemigos haciéndose pasar por una inocente humana. La mayor ventaja que tenían sobre los vampiros era que estos, a simple vista no podían diferenciarlos de un humano más. Eso sí, siempre que cuidaran de que no se les viera el tatuaje en forma de espada que les aparecía en la muñeca tras su transformación.

Aquella noche por casualidad no entró ninguno en su local, así que fue una noche tranquila. Sin incidentes, aunque hubiera deseado encontrarse con alguno, simplemente para desahogarse, pero seguramente estarían escondidos en el bosque. Estaba apunto de amanecer. Caminó en dirección contraria al aparcamiento del bar con las manos en los bolsillos de la cazadora, mientras el viento ondeaba su melena rojiza y sus ojos verdes se perdían en el infinito, sin mirar a ningún punto concreto siguió caminando cada vez más rápido, hasta que cogió impulso y de un gran salto se subió al tejado de una de las casas próximas a la zona. Se sentó y contempló el amanecer del sol entre las colinas de Silvertown.

-No me voy a rendir. - dijo, percatándose de la presencia de Coco tras ella. - Pienso vengar su muerte.
-Claro que lo harás – contestó agachándose y posando su mano sobre el hombro de Anette. - Y yo estaré contigo.
-Los mataré a todos. No quedará un solo vampiro más. Lo prometo. A todos. - dijo con un semblante serio, mientras una lágrima resbalaba sobre su mejilla y caía en una de las tejas.

Continuará.....

PD: si os gusta y queréis que continúe, por favor comentad abajo. Gracias. =)






sábado, 9 de febrero de 2013

Anette: Amar o morir. Introducción a la historia

     Hace siglos, Belona, la Diosa romana de la guerra, cansada ya de lo que los vampiros emprendían contra la  humanidad  decidió crear a un ser que les plantara cara y los destruyera para siempre. Pero eran demasiados. Lo llamó Bellum, su propio nombre en Latín. Este ser poseía casi las mismas habilidades que los vampiros, de otra manera jamás podría acabar con ellos. Era rápido, fuerte, podía saltar grandes metros de altura.... Cuando el tal Bellum pisó la tierra de los mortales decidió convertir su nombre en el de una especie de seres que serían los enemigos primordiales de los vampiros. Belona no se negó. Era una buena idea crear una ejercito a partir de los humanos, como los no-muertos habían estado haciendo durante siglos. La vida de unos pocos podrá salvar muchas, se dijo a si misma.
     A cada humano que encontraba, Bellum conseguía transferirle su esencia y convertirlo en uno más de la especie. A través de las principales vías respiratorias les extraía su esencia humana, mientras les introducía la suya inmortal. Aunque guardaban parecido con los vampiros, los Bellum eran más cálidos y amigables. No poseían ese aspecto enfermizo. Aún se parecían a sus protegidos, a los humanos. Aún quedaba en ellos el resquicio de lo que antaño habían sido. Su aspecto envejecía hasta los 27 años de edad.
      El único fallo era su manera de alimentarse, necesitaban aspirar la esencia humana para permanecer con vida. Pero no la absorbían a través de su sangre, sino de su aliento. En realidad, su existencia era una ironía. Salvaban a los humanos de los vampiros, pero necesitaban la energía de los primeros para sobrevivir. Normalmente no les hacían daño, pero podían llegar a sobrepasarse. Si acababan con la vida de los humanos, la propia Belona los castigaba a una vida de sufrimiento y dolor en el infierno romano.

A punto de librarse la batalla final entre Vampiros y Bellums, algo extraordinario sucede. La aparición de alguien que creían muerto, olvidado y enterrado  pero se equivocan. La llama de un amor del pasado, de un amor siglos escondido en lo más profundo de su ser puede verse apagada por la sangre de uno de los dos bandos. Solo ella, Anette, podrá liberar a la humanidad del sufrimiento que un ejercito de vampiros tiene pensado para ellos.

    ¿Lo conseguirá?