jueves, 28 de marzo de 2013

Capítulo 6º

     No. No podía ser real lo que estaba viendo. Sus ojos y su mente la estaban traicionando. Era totalmente imposible que el amor de su adolescencia, un ser cuya bondad y cariño hacia el prójimo no tenían límites, ahora fuera un vampiro. Edgar, un chico de su mismo pueblo con el que había pasado ratos maravillosos durante su vida humana.

    Había llegado una calurosa tarde de verano cuando ambos tenían 15 años. Tras la muerte de sus padres, por un lenta y dolorosa enfermedad, había acabado en casa de sus tíos, unas casas más allá de donde Anette vivía con su familia. Al principio se mostraba tímido y asocial, pero una tarde se conocieron de la manera más fortuita e inesperada que podrían imaginar.
    Mientras Anette se daba un refrescante baño en un río cercano a su casa, Edgar paseaba por los alrededores, conociendo en lugar donde tendría que pasar el resto de su juventud. El sol resplandecía como nunca y los pájaros cantaban una alegre melodía. Fue entonces cuando vió unas ropas a la orilla del río, era un joven muy curioso por lo que se acercó a ojear. Justo en ese momento en el que se acercó, Anette salió del agua, cual diosa de los mares agitando su rojiza melena, iluminada por los finos rayos de sol que se colocaban entre las ramas de los árboles que al lado del río habían crecido. En cuanto sus miradas se cruzaron ambos se asustaron,  sobretodo él por lo gritos de la chica, al verse completamente desnuda frente a un desconocido. Tapándose como podía con la manos volvió a meterse en el agua.

-Lo siento. Discúlpeme, por favor.- dijo, avergonzado, mientras se daba la vuelta para no verla.
-¿A caso sois una especie de degenerado mirón o algo así?- contestó Anette, desde el agua.
-No, señorita. Solo estaba paseando y... bueno, os encontré a vos.
-¿Podríais.... acercarme mi ropa?
-Claro.
-¡Pero no miréis - apuntilló Anette, mientras el joven Edgar cogía sus ropas del espaldas y se las acercaba.- Gracias.- dijo, una vez tenías su ropa en la mano.
   
     Una vez estuvo vestida, se acercó a él y decidió presentarse. - Ya podéis daros la vuelta. - Cuando lo vió, más detenidamente, su corazón sufrió un vuelco. Había conocido a aquel muchacho de lejos, pero jamás lo había tenido tan cerca como en ese momento. Tenía unos preciosos ojos marrones, que te llegaban al alma y unos carnosos labios rosados a los cuales apetecía hincar el diente. Su pelo era castaño y cortado bajo los cánones de esa época. Su tez, dorada por el trabajo en el campo, no tenía una sola imperfección. Más que un campesino, parecía una figura de porcelana que había cobrado vida, pensó. Era poco más alto que ella. - Soy Anette.-  El chico le tendió la mano derecha y la ayudó a subir por la pendiente que conducía al caudal del rió, acercándola aún más hacia él.
-Es un nombre precioso.- dijo, volviendo su voz un poco más ronca. - Yo me llamo Edgar.

    Anette sonrió ruborizada sin poder evitarlo. Caminaron por el bosque durante varias horas, hasta que las ropas y el pelo de la muchacha se hubieron secado. Hablaron y rieron. Entre ellos existía tal conexión que parecían haberse conocido hace años. Los días se sucedieron, y las semanas iban pasando, los meses, los años.... Entonces Edgar y Anette eran dos almas inseparables y irrevocablemente enamoradas. Los lejanos campos de trigo eran su escondite. Allí podía correr delante de Edgar sin que sus padres pusieran el grito en el cielo por el esfuerzo que aquello suponía para su débil sistema respiratorio, pero le daba igual. Tras cualquier ataque, allí estaba él para ofrecerle el aire que necesitara.

-Algún día te convertiré en mi esposa.- dijo Edgar una tarde, mientras tumbados en un verde prado intentaban darle formas a las nubes que pasaban sobre ellos. - Sé que a tu padre no le gusto, por el tema de las desavenencias con mi tío, pero me aceptará. Tarde o temprano.
    Anette giró la cabeza y lo miró con ternura. - Eres un soñador. Mi padre jamás te aceptará como mi esposo, simplemente por el hecho de no tener que emparentar con tu tío. - Aunque en aquel momento se lo tomó a gracia, era algo que le preocupaba enormemente. Sabía que aquel muchacho era el hombre con el que quería formar una familia, irse lejos y pasar el resto de sus vidas. Nadie la conocía como él ni ninguno la había respetado de aquella manera. La hacía sentirse deseada y especial, pero todo dentro de unos límites de respeto y admiración.
    Y ese día fue la última vez que lo vió. Horas después se encontraría con aquel oscuro ser en el bosque que la convertiría en lo que era entonces, una Bellum. Los días sucesivos los pasó en casa, supuestamente algo enferma, no sabía hasta donde sería capaz de llegar y no quería hacerle daño. Al poco tiempo desapareció del pueblo y su vida cambió por completo.


- Edgar.- dijo con un fino hilo de voz.- Se separó de él y bajó la mano en la cual sostenía la daga. - Creía que.... estarías muerto.
-Bueno, digamos que muy vivo tampoco estoy.- contestó colocándose la chaqueta. - Ahora estaba diferente, su mirada ya no era dulce y tierna, sino fría y despiadada. Llevaba el pelo de otra forma, cortado con flequillo, y se había puesto un pendiente en la oreja. Se separó de la pared y la rodeó con un andar recto y dominante, mientras la observaba de arriba abajo. Mientras, ella intentaba seguirlo por el rabillo del ojo, pero se quedó estática en aquella posición. No sabía porqué, pero no podía moverse. - Vaya, vaya, vaya. Veo que no has cambiado mucho, Anette.
-Ojala pudiera decir lo mismo.- contestó ella. Negaba con la cabeza, mientras lo miraba. Realmente no podía creer que aquel ser fuera Edgar, su primer y único amor. Muchos hombres habían pasado por su vida y por su cama, como es de suponer, pero jamás había podido olvidarle. Ni un solo instante había salido de su cabeza aquel chico que había llenado de felicidad su vida. - No puedo creer que te hayas convertido en esta...- Escoria, iba a decir, pero lo pensó dos veces. Para ella seguía siendo él, no le salía hablarle de aquella manera.
-Sin embargo tu cambio a sido a mejor.- dijo con una maligna sonrisa.- Ninguno te auguraba que llegaras a los 20, con todos esos problemas respiratorios....- Anette lo miró ofendida, mientras sus ojos echaban chispas.- Discúlpame, eso ha sido demasiado cruel, hasta para mi.
-Eres despreciable. - dijo, con los ojos entrecerrados. En ese momento percibió que Edgar recibía una especie de señal telepática de alguno de los suyos. La miró y se esfumó, desvaneciéndose en una nebulosa de color negro.
-¡Maldito imbécil! - dijo en voz alta. Se quedó unos minutos allí sola, intentando conciliar los sentimientos encontrados que la repentina aparición de Edgar como uno de sus enemigos despertaban en ella. Siempre lo había visto y recordado de una manera que ahora sería difícil de olvidar. Aquel ser no era Edgar. Nunca más.

     Salió del callejón y caminó hasta el local donde se encontraría con sus amigos. Pagó la entrada y, después de estamparle el cuño con el logotipo de la discoteca en el dorso de la mano izquierda, entró. Aquello apestaba a vampiro por todos los lados, le resultada un hedor insoportable. Sentado en un sofá y acompañado por dos mujeres vampiros -las cuales no tenían idea de que se encontraban con un Bellum- se encontró a Marc. Su táctica era "primero ligar y después matar". Con un movimiento de cabeza le indicó que se acercase a ella. El chico se levantó, tras disculparse con sus acompañantes, y se acercó a Anette.

-¿Y las chicas?
-Maggie está fuera, acaba de salir ahora mismo con un chupasangre y Coco también anda por ahí, no lo sé.-Dió una vuelta por la discoteca y al no encontrarse con ninguna de las dos se sentó en la barra. Pidió un whisky y se puso a meditar. ¿Como iba a acabar con la vida de Edgar? Las fuerzas le flaquearían y sería incapaz de hacerlo. Sin embargo, su naturaleza la inducía a hacerlo y contra eso no podría luchar. Ambos estaban hechos para matarse. ¡Menudo dilema!, pensó para si, mientras se tomaba la copa de un trago y posaba el vaso sobre la barra otra vez.


CONTINUARÁ.....

3 comentarios:

Kyric Kaimi dijo...

Me he tenido que leer el final del otro para acordarme de como iba la historia pero muy buena. Que los personajes ya se conozcan de su misma época y hayan vivido una historia así le da un buen juego a la trama, haciéndola más profunda. A mejorar lo único, pequeñas faltas sin mucha importancia, que claro, en textos así se pueden colar con facilidad, pero bueno, eso tiene fácil solución jaja
Impaciente ya por el siguiente :P

HappyGirl dijo...

He leído la novela y me encanta. Estoy muy contenta de habrla descubierto.
Espero que la continues pronto porque de verdad que tengo muchas ganas de leer.

One Kiss

*Kuroneko* dijo...

Me imaginé que se iba a encontrar con alguien de su vida pasada, pero... no tan así. Para nada así. ¿Por qué tenía que ser un malo...? Porque si sólo fuese un vampiro, entonces debería ser algo bueno. Una parte de mí quiere que sea sólo una fachada todo eso de que actúe así de mal con Anette, pero la otra parte le dice que eso es imposible. Qué horror. Cada vez esto se pone mejor :).